dimarts, 13 de desembre del 2011

¡Feliz 15 de diciembre del 2011!

Alberto,  ya ha pasado un año desde que te conozco. Desde que nuestros labios se rozaron, desde que nuestros cuerpos entraron en contacto y no quiero que jamás acabe toda esta historia. Por pequeña que aún sea es importante para mí. En un año se aprenden miles de coses, y he aprendido muchísimas cosas, buenas o malas sean como sean las he aprendido y es lo que importa. Me has enseñado el calor de las personas cercanas y también a echar de menos aquello que quieres mucho. He llorado, sonreído, disfrutado, pensado y sentido muchas veces. También he deseado que me dejaras tranquila, que me soltaras pero luego a los cinco minutos ya no existen esas reflexiones en mi cabeza, ¿sabes porque? Porque para mí eras y eres más importante de lo que te pensabas, muy imprescindible. Yo con trece añitos, tan pequeñita se lo que es querer y lo que es necesitar. Eso, también, me lo has enseñado tú, sin querer, pero me lo has enseñado. En realidad podría estar un día entero contando las miles de cosas que se me han pasado por la cabeza este año, pero es que ahora ya dejé lo malo atrás y lo bueno que muy bienvenido sea. Miles de veces sentí más de lo que tú puedes pensar, cosas que nunca imaginarias. Aunque al mismo tiempo tampoco pensaría yo que se me pasarían todas estas cosas por la cabeza, ni si quiera se me pasarían muchas de las cosas que he hecho. Este año arrastra también muchas cosas malas, muchísimas. Pero sabes que de todo esto has aprendido, hemos hablado, y comprendido. Ya no sé qué decirte. Para mí todo es extraño aunque bonito. Raro porque nunca había querido a nadie así, ni si quiera había pensado que querría alguien. Sí, esto es lo que parece… Un pequeño texto expresando lo mucho que te quiero y te he llegado a querer para que sepas que nunca habrá nadie como yo, nadie que te haga sentir igual que yo, nadie que te aguante como yo, no hay nadie que te haga sentir mejor, sabes que no hay nadie como yo. Porque para mí solo existimos tú y yo, nadie más. Ni si quiera el suelo existe, porque yo ya sé que es el cielo, lo tocamos cada vez que estamos juntos ¿o no? No me quiero enrollar más, quédate con lo que más te guste de esta pequeña redacción, pero entiéndela entera ya que es lo que siento y tampoco me arrepiento de ello.